Yo aborté ¡y estoy satisfecha!

A continuación se presenta un fragmento anónimo del diario de una mujer que ha abortado, en donde pueden identificarse claramente algunas de las manifestaciones del síndrome post-aborto que van desde la negación y el aislamiento, hasta el arrepentimiento y la vergüenza.

Yo aborté... (jirones de un diario íntimo)

Era una joven hermosa, sexy y liberada de tabúes. En el club conocí a un hombre alto, guapo, arrollador. Fumamos, bebimos juntos, me miró, me llevó con él, y me abandonó.

A las pocas semanas, pasé de la zozobra a la certeza... Me aconsejé de una "amiga segura". Me tomó bajo su tutela: con cierto misterio me condujo con una "profesional".

Negación

¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

Aislamiento

Me gusta vivir en un piso, sola, libre e inde-pendiente.

Reacciones de aniversario

Mi vecina de escalera se ha puesto vestidos holgados. Su marido le ha traído flores; le lleva el cesto de la compra, le sonríe, le abre la puerta del coche, le regala bombones. ...Esperan su primer hijo, que tendría la edad que hubiera tenido el mío; en cambio... ¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

El despertar de recuerdos reprimidos

Mi vecina celebra un bautizo. Hay niños brincando sobre mi techo y corriendo por el pasillo. A través de los visillos he visto al matrimonio volver de la iglesia, con Juanito en brazos. Parecían felices; yo me siento sola y a veces doy vueltas a mis recuerdos, pero… ¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

Reacciones de aniversario

Mis vecinos tienen otros hijos menores. ¡Mi preferido siempre será Juanito! Los veo montarse en el coche para ir a la playa. Juegan, discuten, riñen, pero se quieren. Juanito ya hizo su primera comunión; ¡estaba tan guapo con su traje de marinero…! ¡qué buena planta hubiera tenido el mio a su lado! Sin embargo… ¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

Evitar pensamientos acerca del aborto

¡Cómo pasan los años! Parece que fue ayer y Juanito ya terminó su servicio militar… Volvió de Sevilla de un moreno tostado que daba gloria verle… Descorcharon champaña y pusieron música. Los oía. Ahora lo veo con una joven morena ¡cómo se quieren! ¿Qué haría ahora mi hijo? Desecho esa negra nube de mi mento; así debe de ser; porque … ¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

Depresión

Mi vecina se ha quedado viuda. Sus hijos se fueron casando uno tras uno… Juan y su mujer vienen a menudo a visitar a mi vecina. Le alegran con sus regalos y sobre todo dejándole los hijos pequeños que son gemelos y lloran siempre.

Mi vecina se distrae de su pena y hace jerseys para los nietecillos. Su casa está habitualmente tan silenciosa como la mía, cuando están ellos, por arte de magia, cobra vitalidad inusitada. Yo me siento cada vez más sola, más vieja y más triste: pero debo repetirme siempre… ¡Yo aborté, y estoy satisfecha de ello!

Ansiedad, arrepentimiento y vergüenza

Hay una terrible epidemia de gripe que se ha ensañado con mi edificio. Siento cansancio, escalofríos y me meto en la cama. Mi vecina también está enferma. Apenas Juan lo ha sabido, ¡como un rayo! Ha venido a cuidarla. Sin los chiquillos para evitar el contagio. Mi soledad y mi depresión se hacen abrumadoras. Aquellos argumentos juveniles: ¡Soy la dueña de mi cuerpo! Cada vez me parecen menos convincentes. Hasta me suenan a sarcasmo. Siento una losa encima de mi corazón. Apenas vivo, apenas duermo. ¡No puedo más! Quisiera gritar sin tapujos a los cuatro vientos para que lo oyeran todos:

¡Pobre hijo mio! ¿Dónde estarás si te negué hasta el derecho de ir al cielo? ¡Qué egoísta fui! ¡Dios mío! ¿Cómo podré reparar tanto daño?

¡Yo aborté, y esto es irremediable!

¡Perdóname, Dios mío, aquel horrible crimen!
D.J.M.

Tomado del libro Y después del aborto ¿qué? María del Carmen Alva López

 

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