Conferencia pronunciada por D. Antonio Sellas Dorca, Licenciado en Ciencias (Biología) 4/6
Clonación reproductiva:
Con este concepto se engloban una serie de procesos de manipulación de la vida humana en sus comienzos, para obtener, como resultado final, niños nacidos con determinadas características. El nacimiento de la oveja Dolly -un animal clónico- en 1997, inició la carrera por la obtención de una serie de animales clónicos, y la preparación de las técnicas para obtener, a no muy largo plazo, seres humanos por clonación. Hemos de decir que la clonación de animales no representa ningún problema de tipo moral, pues la obtención de animales idénticos con determinadas características deseables (gran producción de carne, leche, huevos, lana, incluso antibióticos y hormonas humanas después de manipular el genoma de estos animales) no plantea dificultades morales. El mandato divino "poblad la Tierra y sometedla" puede entenderse en este sentido.
Pero la manipulación del proceso reproductivo del hombre -imagen y semejanza de Dios- es algo muy distinto. Por clonación reproductiva se pueden separar las pocas células de un embrión de pocos días para obtener de 8 a 16 niños idénticos o bien conseguir el nacimiento de un niño exactamente igual que un ser humano adulto. ¿Cual puede ser la finalidad de tales aberraciones? Sin duda tiene que ver con la rebeldía satánica de querer el hombre hacerse como Dios: la tentación del demonio a nuestros primeros padres "seréis como dioses".
Creación de una nueva vida humana:
Como ya he dicho anteriormente, la vida humana comienza en el momento de la fecundación, más exactamente después de la fusión de los núcleos del óvulo y del espermatozoide. En este momento se reúnen las informaciones genéticas contenidas en los cromosomas que aportan el espermatozoide y el óvulo del padre y de la madre respectivamente, y se constituye una combinación de genes completa, única e irrepetible. La información del óvulo solo o del espermatozoide solo no conducen a nada. Son células que no se dividen ni originan nada. Sólo tienen sentido cuando se fusionan en la fecundación. Después de ésta, sí que aparece algo distinto: el zigoto. Éste es poseedor de la información genética que dirigirá, desde ahora y hasta su muerte, toda su vida. En este preciso momento queda determinado desde un punto de vista anatómico, morfológico, inmunológico, fisiológico, genético. Nada nuevo o revolucionario sucederá hasta el dia de su muerte; no recibirá de su madre ni, por supuesto, de su padre, nada distinto de la información genética que éstos han aportado con sus células reproductoras. De la madre recibirá, eso si, un lugar en donde desarrollarse, alimentos y oxígeno para su crecimiento, algunas hormonas y algunos anticuerpos, pero nada sustancial. Todo su impulso vital para su crecimiento, desarrollo y diferenciación proceden de su información genética, heredada del padre y de la madre y de generaciones anteriores, pero, en conjunto, distinta a la de todos ellos. Él es quien dirige su devenir y es un organismo individual, distinto de la madre, no una parte de ella.
Y los embriones humanos o, mejor dicho, los seres humanos en estado de embrión, no son sino una etapa más avanzada del desarrollo de ese zigoto; nuestro niño algo más crecidito, y merecen tanto respeto a su vida como el zigoto o el niño ya nacido. El embrión es un individuo humano, que tiene la calidad y la dignidad propia de la persona y es, por tanto, sujeto del derecho fundamental indispensable para que pueda desarrollarse según su propio principio vital. Tener "la calidad y la dignidad propia de la persona" no requiere que ésta haya desarrollado en mayor o menor grado sus potencialidades genéticas, ni que éstas se expresen en grados de "calidad". Si se admitiera esto como requisito para ser humano se habría abierto la puerta a todos los desmanes, no sólo al aborto y la eutanasia, sinó al infanticidio, el asesinato, la limpieza étnica, la depuración de deficientes, etc
Ni siquiera los nazis pudieron imaginar tanto horror.
Al terminar esta exposición podremos ver unas bellísimas imágenes de los primeros momentos de una nueva vida humana. Pueden imaginar que son las primeras fotografías de cualquiera de nosotros.
Paso a continuación a describirles algunas actividades que el embrión o feto pueden llevar a cabo para demostrar lo irracional, además de criminal, de negarle al embrión o feto características personales humanas. Manual sobre aborto
Técnicas de reproducción asistida. Fecundación in vitro:
Brevemente debo hablarles de estas técnicas pues, como consecuencia de ellas, se ha abierto un debate de qué debía hacerse con los embriones sobrantes que resultan de su aplicación.
La finalidad de la fecundación in vitro es permitir la paternidad a unos padres que no pueden conseguirlo por medios naturales. A tal fin se fecundan varios óvulos con espermatozoides fuera del cuerpo de la madre. La obtención de los óvulos no plantea excesivos problemas morales, salvo los que se derivan del fin al que serán destinados; sí plantea graves conflictos morales la obtención de los espermatozoides: normalmente por medio de una acción gravemente pecaminosa, la masturbación: PECADO MORTAL.
Una vez comprobada la fecundación de los óvulos, se toman 3 ó 4 embriones formados por 2 a 4 células, unas 36 horas después de la fecundación, y se implantan en el útero de la mujer. Se retiran todos los que hayan anidado correctamente, excepto uno: el afortunado futuro hijo de la pareja estéril. En 1978 nació en Londres el primer "bebé probeta" del mundo, y en 1984 el primero de España en Barcelona. Pero ¿qué se hace con los embriones retirados del útero que habían anidado satisfactoriamente? ¿Y con los que no llegaron a transferirse al útero, pues se fecundó un número elevado de óvulos? Se congelan en nitrógeno líquido a 196 ºC bajo cero. Si más adelante los padres quieren tener un nuevo hijo, sólo será necesario "descongelar" e implantar el mismo número de embriones que antes: 3 ó 4. La tasa de supervivencia de los embriones después de descongelación es del 50 al 60 % y es problemático, cuando menos, qué lesiones cromosómicas o fisiológicas puede haber sufrido el embrión durante la congelación. En 1983 se dio a conocer el primer embarazo después de criopreservación de un embrión, pero murió a las 24 semanas de gestación. Un año más tarde, en Holanda, nacieron dos niñas por esta técnica.
Pero ¿cuántos niños han muerto en las distintas etapas del proceso de fecundación in vitro, para obtener el nacimiento de un hijo "deseado"? Hay multitud de estadísticas elaboradas por los distintos equipos. Se barajan cifras de 40 a 1. ¡Cuarenta niños no llegarán a nacer para que uno pueda hacerlo! Muchos embriones son eliminados antes de la transferencia al útero para determinar la viabilidad de los restantes o ante la sospecha de su no completa normalidad. El resto, como ya les he dicho, son congelados.
Surge inmediatamente la pregunta ¿qué hacer con estos embriones? ¿qué utilidad podemos darles? Y la respuesta de los democráticos utilitaristas no se hace esperar: los usaremos en beneficio de la humanidad. Al fin y al cabo están destinados a ser incinerados, vamos a darles un destino honroso, vamos a emplearlos para remediar enfermedades, eso es mejor que acabar en el cubo de la basura. La misma respuesta que ya antes dieron los promotores del aborto y que tarde o temprano darán los promotores de la eutanasia. Hace más de 60 años los nazis emplearon los mismos argumentos para justificar la experimentación humana sobre los deportados a los campos de exterminio.
Y hay tal cantidad de embriones porque la técnica de fecundación in vitro así lo exige, al menos en España donde la legislación es más laxa que en otros países y no limita el número de embriones obtenidos en cada proceso reproductivo. Se calcula que hay actualmente de 40 a 50 mil embriones congelados en los laboratorios de los centros de reproducción asistida, un 15% lleva congelado más de 5 años, que es el plazo que la legislación establece como el máximo tiempo que pueden permanecer criopreservados para entrar en los programas de implantación, pues pasado este tiempo se prevé que puede haber riesgo de deterioro en el embrión y podría desarrollarse un niño con ciertas anomalías.
¿Que hacer, moralmente, con estos embriones? Desde luego lo primordial debería ser impedir su creación, pero ahora que ya existen ¿qué deberíamos hacer con ellos? Una cuestión moral ciertamente difícil. Tal vez, ¿dejarlos morir? Porque, ¿encontraríamos 40 mil o 50 mil mujeres dispuestas a adoptar prenatalmente estos niños, como sugiere la Dra. Mónica López Barahona, Vocal del Comité Asesor de Ética y decana de Ciencias Biosanitarias de la Universidad Francisco de Vitoria, al votar en contra del informe de dicho comité favorable al uso de los embriones para clonación terapéutica? La mitad de esos embriones morirían en el proceso de descongelado. Muchos de los restantes podrían ser transferidos a mujeres que quieren ser madres, pero ¿y con los restantes? Y los centros dedicados al lucrativo negocio de la fecundación in vitro, ¿aceptarían el hecho de dejar de ingresar los miles de euros que perciben por cada fecundación in vitro?
Para "resolver" la cuestión de los embriones sobrantes aparece la clonación con fines terapéuticos.
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